El barrio de Lomo Magullo está decidido a crear una escuela para mantener viva su tradición centenaria. La celebración de "La Traída del Agua" ha cumplido más de medio siglo, pero los residentes no tienen intenciones de conformarse. Buscan asegurar que esta festividad perdure por generaciones venideras, y para lograrlo, necesitan una cantera de entusiastas.
En un día soleado y emocionante, numerosos niños se congregaron en el corazón del barrio para sumergirse en la festividad que conserva la mejor salud en el municipio. A las 12 del mediodía, un volador marcó el inicio del evento, y la comitiva infantil, acompañada por los contagiosos sones de la Vitamina Band, se puso en marcha desde la plaza de Las Nieves, cuya advocación mariana es la inspiración para estas celebraciones.
Entre risas y algarabía, los niños de hasta 12 años descendieron por la carretera principal, la GC-131, con un objetivo claro: encontrar el preciado tesoro líquido, el agua. En esta festividad, el agua pierde parte de su sacralidad y se convierte en el elemento esencial para pasar un rato ameno y refrescante. A baldazos, los pequeños disfrutaron mojándose mutuamente, creando memorias inolvidables en torno a esta añeja tradición.
El agua de la acequia, un tesoro etnográfico que solo se humedece en tiempos de lluvia o traída, volvió a fluir con alegría. Es evidente que la comunidad valora profundamente esta costumbre y se esfuerza por mantenerla viva. Sin embargo, saben que para asegurar la supervivencia de "La Traída del Agua" en las generaciones venideras, es esencial educar y transmitir estas tradiciones a los más jóvenes.
Como cierre de la emocionante jornada, el payaso Zapito brindó un espectáculo divertido en la plaza del pueblo, llenando de risas y alegría el corazón de los niños.
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La tradición de "La Traída del Agua" en Lomo Magullo es una manifestación del arraigo cultural y comunitario que caracteriza a esta localidad. A través de la creación de una escuela dedicada a enseñar y preservar estas costumbres, los residentes esperan asegurar que este patrimonio inmaterial siga vivo y en constante evolución, nutriéndose de las nuevas generaciones para perpetuarse en el tiempo.
