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Munir y Sory Kaba Iluminan el Camino hacia la Victoria en Almería.

En la oscuridad también hay luz. Que se lo digan a Munir y Sory Kaba, ya cuestionados por su sequía. El marroquí abrió la lata para desquitarse, mientras que el guineano, ya sobre la bocina, rugió para facturar una victoria con sabor a oro con rumbo a Gran Canaria. Se había difuminado todo con el empate de Ramazani y ya se firmaban las tablas, pero era el día de los delanteros. Tenían que aparecer y vaya si lo hicieron.




Agitó el once Pimienta con la entrada de Maxi Perrone y Marvin, en detrimento de Enzo y Pejiño. De resto, todo igual. Con el Almería necesitado, Las Palmas aguardaba a la espera de hacerse con la pelota y encontrar espacios en el combinado andaluz. En una de esas, y cuando aún no se había roto a sudar, una subida por la izquierda de Sergi Cardona sembró el nerviosismo en la hinchada local.


Marc, tras un buen recorte, avisó con la izquierda dentro del área chica. Pero su disparo fue excesivamente tímido. Quería los puntos la UD. Las cabalgadas del lateral eran el cuchillo perfecto para apuñalar la hemorragia defensiva de los rojiblancos, conjunto más goleado de toda la Primera División. Olió la sangre Marvin en una zaga con demasiadas dudas. No supo aprovechar un servicio al espacio de Kirian al querer ser generoso y cedérsela a Marc. La sacó Fernando como pudo. Pero, acto seguido, en el minuto 23, colgó un centro de carviar para que Munir, por fin, se desvirgase. Se tiró con todo el ariete y la mandó a la red (0-1).


Quería más el equipo de Pimienta y Kirian Rodríguez, tras un córner en corto, casi la clava en la escuadra. Fernando tuvo que volver a escupirla a saque de esquina. Empujaban los amarillos, sabedores de que el Almería anímicamente estaba bastante tocado. En ese caos rojiblanco trataba de bailar Las Palmas, con Kirian y Maxi Perrone dominando la sala de máquinas. Fuera del partido los de Garitano, le llovieron dos amarillas en un minuto. La de César Montes, con el codo en pleno vuelo, podía haber significado una mayor condena. La frustración nunca puede ser la aliada cuando se quiere revertir una situación que asfixia. Suele jugar malas pasadas. 


Tras el intermedio, el Almería mordió más y los isleños tuvieron que aguantar hasta la entrada de Moleiro, con media hora por delante, para recuperar cierto nervio. Le dejó sitio Munir. Marc también dio paso a Kaba. Con el tinerfeño sobre el verde hasta Javi Muñoz se activó con las paredes. Ya encontraba de nuevo la bola el conjunto de Pimienta. Pero quería todavía más dominio el técnico, que sentó en el 68 a Perrone y acudió a Loiodice, sorprendentemente suplente. Valles, por si acaso, se empleaba a fondo a tiro Baptistao desde fuera. Anteriormente se la había negado también a Adri Embarba. No le dio, eso sí, para salvar el mordisco de Ramazani (1-1, min.73), que había sentado a Álex Suárez en el uno contra uno. Premio a la mejora y empuje de los locales. Ya después, cuando parecía que el reloj se desvanecía, apareció también Kaba para rugir (1-2, min.95).


Al fin aparecieron los delanteros. Lo hicieron cuando más criticados se sentían. Golearon para justificarse y dar un golpe sobre la mesa. Le pusieron corazón y enseñaron el camino hacia un triunfo que parecía difuminarse. Nadie se muere por amor. Tampoco por la falta de confianza. Con trabajo todo vuelve a su sitio. Cueste lo que cueste, de todo pozo hay salida. Qué bonito es sonreír, aunque a veces se empañe, como pasó, durante un rato, con el latigazo de Ramazzani. Pero Kaba tenía algo que decir también.




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