Al líder le vale con zarpazos. Esta UD, que es un auténtico animal competitivo, domina todos los registros para mandar en Segunda División. Porque cuando el rival exhibe cierto descaro, Las Palmas pega un mordisco para, por la mínima, convertir el roce en oro. La colgó Pejiño con veneno y Eric Curbelo, casi bajo los palos, gritó gol. Simplemente la acarició el satauteño. Bastó con eso para asaltar el liderato.
Y eso que asustó Kanté en un despiste tremebundo de Eric Curbelo dentro del área chica cuando nadie había roto siquiera a sudar. Rectificó bien el de Santa Brígida mientras caía el ariete del Huesca. Era el preludio de que el partido no iba a ser un camino de rosas. Ni por asomo. Dormida la defensa, pues a Coco también le comió la tostada el atacante francés, Moleiro pedía la bola para hacerla suya. Ni rastro de Las Palmas en todo el inicio, que incluso pudo ver cómo Villarrasa, solo dentro del área, casi abría la lata. Pimienta no daba crédito. Espesos y con agujeros múltiples en todas las zonas del campo. Hasta Viera erraba pases.
Solo cuando Alberto Moleiro conectaba, se intuía que podía pasar algo diferente. En una de esas soltó un pase por encima de todos que cazó Marc con la puntera. Andrés Fernández negó el gol. Al ritmo del gambeteo del tinerfeño despertó la UD, que encontró a Viera en un balón al espacio, aunque también se estampó contra un Andrés que se hacía grande. Otro servicio de Moleiro de pura seda. Todo debía pasar por sus botas. O por el guante de Pejiño, claro.
Ante la desdicha quiso fiarlo todo Las Palmas a sus virtuosos. Y en una de esas Pejiño rompió a su par con un quiebro de los suyos para ceder a Viera, que con un taconazo envió la pelota al palo. Jugada para ver una y otra vez. Era el impulso que necesitaban los isleños para desatarse al fin. Quería los tres puntos la UD. Quería el liderato. Tomarlo por asalto tras el traspiés del Eibar.
Tras el intermedio, los amarillos se dejaron de tibiezas. Avisó Viera con un misil que chocó en un defensor y se marchó a córner. Desde allí, con un golpeo cargado de maldad de Pejiño, la rozó Eric Curbelo (1-0) para desatar la locura en el Gran Canaria en el minuto 48 y, de paso, recuperar el liderato de Segunda División.
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Via Canarias 7