El Club Baloncesto Gran Canaria había llegado a la final de la EuroCup después de una emocionante serie de partidos en los que se enfrentó a equipos de toda Europa. El sueño de ganar su primer título europeo se había mantenido vivo en cada partido y, finalmente, había llegado el momento decisivo.
La noche de la final fue mágica desde el principio. El Gran Canaria Arena estaba lleno hasta la bandera y la afición amarilla estaba ansiosa por ver a su equipo hacer historia. El quinteto titular salió al campo con una gran determinación y empezó a imponer su juego desde el primer minuto.
La primera mitad del partido fue una exhibición del Gran Canaria en ambos lados de la cancha. Los jugadores del Turk Telekom Ankara intentaron mantener el ritmo, pero la intensidad y el acierto de los amarillos era demasiado. Andrew Albicy dirigía el juego con maestría, AJ Slaughter y Nicolás Brussino lideraban desde el exterior y John Shurna dominaba en la pintura.
La ventaja del Gran Canaria creció rápidamente y, para el ecuador del segundo cuarto, el Turk Telekom parecía haber perdido toda opción de remontada. Sin embargo, el equipo turco no se dio por vencido y, liderado por Bouteille y Taylor, logró acercarse en el marcador antes del descanso.
La segunda mitad del partido fue un torbellino de emociones. El Turk Telekom logró reducir aún más la ventaja del Gran Canaria y la tensión en el Gran Canaria Arena era palpable. Pero en esos momentos de máxima presión, los jugadores del Gran Canaria dieron un paso al frente y demostraron su verdadero carácter.
Albicy, Slaughter, Brussino y Shurna volvieron a liderar a su equipo en momentos cruciales y Olek Balcerowski, el joven pívot polaco, mostró una madurez y un talento impresionantes para su edad.
Finalmente, llegó el momento decisivo del partido. Con el marcador a favor del Gran Canaria por solo cuatro puntos y el Turk Telekom intentando una última remontada desesperada, los jugadores amarillos demostraron su sangre fría y cerraron el partido con un 71-67.
El Gran Canaria Arena explotó en júbilo y lágrimas de alegría corrieron por las mejillas de los jugadores, entrenadores y aficionados amarillos. Habían conseguido lo que parecía imposible: el primer título europeo en la historia del Club Baloncesto Gran Canaria.
La gesta quedará para siempre en la memoria de los jugadores y de la afición del Gran Canaria, y será recordada como una de las noches más mágicas y emocionantes en la historia del baloncesto europeo.