El partido entre el Club Baloncesto Gran Canaria y el Joventut Badalona fue un encuentro muy disputado, con ambos equipos luchando por una plaza en la final de la EuroCup. Desde el comienzo del partido, se pudo ver la tensión en el Gran Canaria Arena, donde los aficionados locales se volcaron con su equipo.
El Gran Canaria salió con Andrew Albicy, AJ Slaughter, Nicolás Brussino, John Shurna y Olek Balcerowski en el quinteto titular, pero no lograron encontrar su ritmo en los primeros compases del encuentro. Estuvieron nerviosos y poco precisos, lo que permitió al Joventut Badalona recuperar el mando del partido tras el 0-4 inicial.
Sin embargo, dos triples consecutivos de Slaughter y Brussino encendieron el duelo y animaron a la marea amarilla. Ambos equipos lucharon sin tregua en busca de la victoria y de un puesto en la final, donde ya esperaba el Turk Telekom Ankara turco.
A pesar de que ambos equipos estaban incómodos y presionados, el Gran Canaria logró conectar con su modo más sólido después de un parcial de 8-2 liderado por Benite, Bassas e Inglis, que comandaron las operaciones del equipo local. Inglis, con siete puntos seguidos, mostró su talento y enseñó el camino para intentar volver a una final que los amarillos disputaron en 2015.
A pesar de que el Joventut logró reaccionar y apretar el marcador, el Gran Canaria logró mantener la ventaja al descanso gracias a los tiros libres. Sin embargo, tras el paso por los vestuarios, los interiores del Joventut impusieron su ley en la pintura, mientras que el Gran Canaria abusaba de los lanzamientos exteriores.
A mitad del tercer cuarto, la afición local se desató y comenzó a vibrar y disfrutar del partido mientras el Gran Canaria lograba tomar el mando del juego gracias a los puntos de Slaughter, Albicy y Diop. La tensión aumentaba con cada minuto que pasaba y la final estaba en juego.
Pero el Gran Canaria aguantó el envite y, tras un emocionante final de partido, logró asegurarse un puesto en la final de la EuroCup. La afición del Gran Canaria Arena explotó de alegría y celebró el triunfo de su equipo, que se tiñó de amarillo en una noche inolvidable para el baloncesto europeo.
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