En un mundo donde la comida rápida suele venir envuelta en papel de franquicia y sabor prefabricado, Canarias tiene la oportunidad —y el deber— de reivindicar lo propio. El “paquito”, ese sencillo bocadillo de carne de baifo o cordero, empieza a abrirse paso como símbolo de identidad, salud y resistencia económica.
No se trata solo de una receta sabrosa y nutritiva, rica en proteínas, hierro y vitaminas. Se trata de dignificar la ganadería local, de dar visibilidad a un sector que lucha por sobrevivir frente a las importaciones masivas. Apostar por el “paquito” es apostar por el campo, por nuestras cabras y ovejas, por una economía que nace en la tierra y alimenta a su gente.
Iniciativas como “Entre Corderos y Fogones” o “El Tenderete del Baifo”, impulsadas por asociaciones como Asoquegran y Proquenor, con el respaldo del Cabildo de Gran Canaria, son mucho más que eventos gastronómicos: son espacios de encuentro, de transmisión cultural y de reconocimiento al esfuerzo de quienes trabajan la tierra.
El “paquito” puede convertirse en un emblema moderno de la canariedad, una alternativa real frente a los ultraprocesados, una forma de comer con conciencia y orgullo. Que no sea solo una moda pasajera, sino una herramienta de soberanía alimentaria, de empleo rural y de respeto por lo nuestro.
El reto está servido: que cuando pensemos en comida rápida en Canarias, pensemos en un bocadillo de baifo con mojo y pan de aquí. Porque ese día, habremos ganado mucho más que una receta: habremos ganado dignidad.
