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El Rey apela a la "ejemplaridad pública" y reivindica el espíritu de la Transición ante el desapego ciudadano.

 

En una intervención marcada por una puesta en escena inédita y un tono de profunda preocupación social, el Rey Felipe VI ha centrado su tradicional mensaje de Nochebuena de 2025 en la necesidad de recuperar la confianza en las instituciones. Desde el Salón de Columnas del Palacio Real, y por primera vez de pie durante toda la alocución, el monarca ha advertido sobre el "hastío" y la "desafección" que la crispación política está generando en la sociedad española.




Un alegato por la convivencia y el diálogo

El eje central del discurso ha sido la convivencia democrática, a la que el monarca ha definido como una "construcción frágil" que requiere un cuidado diario. Coincidiendo con el 50º aniversario del inicio de la Transición y el 40º de la entrada de España en las Comunidades Europeas, Don Felipe ha invitado a mirar atrás no con nostalgia, sino para extraer lecciones de responsabilidad.

"Las ideas propias nunca pueden ser dogmas, ni las ajenas, amenazas", subrayó el Rey, haciendo un llamamiento directo al diálogo frente a los radicalismos y los extremismos que, a su juicio, se nutren de la desinformación y el desencanto.

Los desafíos de una "sociedad exigente"

Felipe VI no ha pasado por alto las dificultades cotidianas que marcan el ánimo del país. En un análisis de la realidad socioeconómica, el Jefe del Estado mencionó específicamente:

  • El coste de la vida: La presión económica sobre las familias y la limitación de sus opciones de progreso.

  • La vivienda: Calificada como un obstáculo crítico para que los jóvenes puedan desarrollar sus proyectos de vida.

  • La incertidumbre tecnológica: El impacto de los avances rápidos en la estabilidad laboral.

  • Crisis climática: Los efectos de los fenómenos extremos (con un recuerdo implícito a las víctimas de desastres recientes como la DANA).

La ejemplaridad como respuesta a la crisis de confianza

Uno de los puntos más rotundos de su mensaje fue la exigencia de "especial ejemplaridad" dirigida a los poderes públicos. El Rey insistió en que para frenar la desconfianza ciudadana es imprescindible situar la dignidad humana en el centro de la política y mantener un respeto absoluto en el uso de la palabra dentro del debate público.

El discurso concluyó con un mensaje de esperanza, apelando a la capacidad de España para superar retos cuando existe una "visión de país" compartida. Como es habitual, el monarca se despidió felicitando las fiestas en las lenguas cooficiales, extendiendo los deseos de la Reina Letizia, la Princesa Leonor y la Infanta Sofía.





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